Vite
domingo, 22 de junio de 2008 | Publicado por bretones ciudad del betis en 9:55 | Etiquetas: andalucía, campeones, criadero ciudad del betis, Epagneul Bretón, perros de caza
Cuando nace mi afición al perro de muestra
| Publicado por bretones ciudad del betis en 4:00 | Etiquetas: bretón, campeones, criadero ciudad del betis, Epagneul Bretón, perros, perros de caza, perros de muestra, rafael navarro, sevilla
Cuando me regalaron mi primer Pointer en 1945, con diez años de edad, por aprobar el ingreso de bachillerato, y estamos en el 2004 y nunca has dejado tu afición, escribir sobre perros de caza, me resulta muy difícil, ya que tengo tantas vivencias que no sé por donde empezar.
En mi época de niñez (ya que con 10 años eres un niño) y en mi juventud he tenido grandes perros, tanto en Raza, como de Trabajo, pero siempre he procurado unir las dos cualidades. Por aquella época, mis padres tenían grandes fincas por toda España y la caza abundaba. A catorce Km. de mi casa de Sevilla, tenia una dehesa de 800 Ha, para cazar yo solo, con abundancia de caza menor. Todos mis fines de semana, vacaciones, etc., yo me iba al campo con mis perros. Siempre he educado a mis perros y hoy día sigo educando perros. Si no se de perros de caza, tendría que llevar un BABERO. Contaré solo alguna anécdota y procuraré ser breve. Tendría yo dieciocho años (1953) y andaba cazando codornices en Cantillana (Provincia de Sevilla), en la vega del Guadalquivir con una collera de pointers, el macho blanco-hígado y la hembra blanca y negra. Me doy con un hombre que estaba regando y después de saludarnos, aquel hombre me indica que en una remolacha que teníamos al lado había dos o tres colleras de codornices, que la remolacha era suya y que me invitaba a ver si daba con ellas. No hice mas que entrar, la collera de pointers se quedaron de muestra a Padrón. Yo los tenía enseñados que al ruido de quitar el seguro de la escopeta, los perros, a cámara lenta, se tumbaban hasta poner el pecho en el suelo, para que no me estorbaran al tiro. Como es natural los pointers temblaban como flanes. Levanto la codorniz y salen dos. Las mato y ordeno a un perro ir a cobrar una y al otro la otra. Cuando vienen a mi cada uno con su codorniz en la boca se sientan delante mía para entregármelas. Después de esta exhibición el hombre dejó el azadón y se vino a mi lado. No dejaba de repetir que era la 1ª vez en su vida que había visto a dos perros tan educados, seguimos juntos y efectivamente di con las dos o tres colleras de pájaros que me había indicado. No volví a ver a este hombre. Por 1990 estoy sentado en una terraza de Cantillana esperando a un amigo, cuando se me acerca un hombre de campo y me dice que si yo de chavalote iba a cazar codornices a la Vega. Le digo que si. Me describe mis dos perros de aquella época y por supuesto era yo y él el hombre del azadón. Nos dimos un abrazo y me pidió que lo acompañara. Me llevó a una reunión y dijo cuantas veces he contado que como los perros de un chaval, cazando codornices, no he visto otros iguales. Un paisano dijo: lo habrás contado mil veces, el hombre mirándome dice: pues aquí está con cuarenta años mas.
Otra jornada de caza inolvidable (y es la ultima que cuento) en Arenas de San Juan (Ciudad Real), había un cosario que iba a Daimiel, con su medio de locomoción de aquella época, que era un carro tirado por mulas. Este hombre conocía a Jesús del Registro de la Propiedad de Daimiel (muy aficionado también) y le comenta que en las vegas del Gigüela había cientos de codornices, pero que los cazadores de allí no gastaban un cartucho en una codorniz. Jesús nos puso en contacto y me presenté un día en Arenas con dos Pachones Navarros. Llegamos al cazadero aun de noche y hacia bastante fresco. Este hombre encendió una candela para esperar a que amaneciera. Cuando cantaban los pájaros los perros encampanaban las orejas. Decía el cosario: parece que las conocen. Cuando empezamos a cazar parece que los perros se pusieron de acuerdo para hacer una exhibición. Fue tal el magnifico espectáculo que realizaron los perros que este hombre no me dejó ir y tuve que bajar a la caída de la tarde para que un buen grupo de cazadores vieran lo bonito de aquella cacería. Seguro que habrá en arenas alguno que presenció aquello, o recuerde de haberlo oído.
De mi madre y de sus tres hermanos era la finca La Duquesa. Las famosas TABLAS DE DAIMIEL (con sus mil quinientas Ha) pertenecían a La Duquesa y creo que de acuáticas no podía tener mejor cazadero.
Estas anécdotas las cuento para que el lector se dé cuenta de mis experiencias con perros de muestra y cobro, no son leídas en un librito. Hoy estoy alucinando con tantos artículos malísimos sobre perros de caza. Todo el mundo sabe de perros y hay cientos de educadores, y lo que es peor de jueces incompetentes.
Bienvenidos al blog, Rafael Navarro.

